Seguro que alguna vez has pensado en mejorar el aspecto de tu rostro pero te echa atrás ver las caras operadas de algunas famosas. Todas parecen haber pasado por las mismas manos: rostros inexpresivos, labios exagerados, narices demasiado pequeñas para sus rostros y expresión de asombro en sus ojos.
Pero no todo el mundo que pasa por un cirujano plástico tiene un resultado tan negativo. Fíjate si no en personas como la reina de España, que se ha realizado varios retoques que sin duda le han ayudado a mejorar su aspecto pero que tiene un rostro natural y con personalidad. O en la actriz Elsa Pataky que también ha mejorado espectacularmente gracias a cirugías bien realizadas.
Cuando hablamos de cirugía estética facial bien realizada tenemos que pensar en profesionales de primera línea que realicen solo aquellas intervenciones que son necesarias y lo hagan de forma sutil, para que el paciente note la mejoría pero no sienta que se le ha transformado el rostro.
La cara de las personas es lo que identificamos con ellas. Es lo primero que nos viene a la cabeza al pensar en alguien y por tanto es algo muy importante. No se puede jugar con el rostro y menos con intervenciones que no van a tener marcha atrás. Por eso hay que buscar a profesionales que realmente sepan lo que están haciendo y no solo puedan ayudar al paciente a mejorar, también sepan ponerles límites.
En la cirugía estética el dinero no debería de ser la única meta. Se trata a fin de cuentas de una rama de la medicina y por ese motivo debería de haber una gran ética a la hora de realizar ciertas intervenciones. Parece que está comprobado que algunas personas, una vez que comienzan a retocarse, no saben poner límites a estas intervenciones y pierden totalmente el contacto con la realidad.
Los médicos deberían de ser los encargados de decirle a esta gente “No” y “Hasta aquí hemos llegado” para impedir intervenciones que seguramente acaben pesando mucho a las personas que se las realizan. Es el caso de algunas actrices que tras pasar por el quirófano unas cuentas veces han conseguido volverse totalmente irreconocibles e incluso han arruinado su carrera cinematográfica.
Es el caso de Meg Ryan, famosa por su cara de “chica normal” que acabó transformada en una caricatura de sí misma y dejó de aparecer en películas no tanto debido a su edad, sino más bien al rechazo que su nuevo rostro causó en el público.